Jesús se volvió a ellas y les dijo: "Hijas de Jerusalén no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos". (Lc 23, 28). El Señor nos dice: no llores por Mí, llora más bien por tí. Yo acepto la voluntad de mi Padre y muero por amor. Yo abrazo la muerte para que tengas vida, ¿hasta cuando vas a despreciar mi misericordia?.
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